Durante el presente mes, se han incorporado agentes masculinos y femeninos, provenientes de la academia de la Guardia Civil de Baeza para realizar sus prácticas en esta provincia. Cuando las 52 compañeras que han venido a Valencia, se han dirigido a recoger su chaleco antibalas, les han adjudicado chalecos masculinos muy diferentes a su complexión, por lo que no resultan igual de eficaces. Una mujer que utilice chaleco masculino, en lugar de protegerla, incrementa el riesgo en caso de ser agredida. La Asociación Unificada de Guardias Civiles (AUGC) denuncia nuevamente la falta de chalecos antibalas adecuados para las mujeres en la Guardia Civil de Valencia, destacando la persistente indiferencia de la Institución ante esta situación crítica para la seguridad y protección de sus trabajadoras. Esta demanda, que lleva años en pie, refleja una problemática tan común en la Guardia Civil, donde a pesar de los avances en igualdad de género, los recursos siguen diseñándose para una fisionomía masculina. AUGC lleva desde el año 2015, exigiendo a la Guardia Civil que dotara a todos sus Agentes de chalecos antibalas adaptados a sus necesidades específicas. La campaña se sustentaba en un derecho básico y en la necesidad de que las mujeres no se vieran obligadas. La situación escaló a un nivel más crítico en 2016, cuando una representante de AUGC fue denunciada en dos ocasiones en un Juzgado Togado Militar por negarse a utilizar un chaleco masculino que no cumplía con su función protectora. La denuncia generó una ola de indignación y resaltó el problema de fondo: las mujeres de la Guardia Civil no están protegidas adecuadamente. En su momento, la presión mediática y las reiteradas quejas llevaron a la institución a adquirir algunos chalecos adaptados para mujeres, lo cual parecía un avance importante. AUGC plantea una pregunta: ¿Se imaginan a un agente varón recibiendo una prenda diseñada para el cuerpo de una mujer? La respuesta obvia es que jamás se permitiría una situación similar para un hombre; sin embargo, para las mujeres, la asignación de chalecos inadecuados parece no ser una prioridad para la Guardia Civil. Esta desigualdad no solo es una muestra de discriminación, sino que atenta contra el derecho fundamental de las mujeres a una protección digna y eficaz en el ejercicio de su labor. Las normas de la Unión Europea y los estudios en ergonomía y seguridad laboral señalan que los Equipos de Protección Individual (EPI) deben ser personalizados y adaptados a las necesidades de cada trabajador. La realidad de un chaleco antibalas es que no es solo una prenda, sino una barrera entre la vida y la muerte, una protección que no puede quedar comprometida por cuestiones administrativas o presupuestarias. AUGC hace un llamamiento urgente al Ministerio del Interior para que pongan fin a esta situación. No se trata de una demanda reciente ni desconocida; es un tema que lleva años sin resolverse y que evidencia la falta de compromiso de la institución con la seguridad de sus trabajadoras. Si no existen suficientes chalecos antibalas adaptados a la fisionomía femenina, es responsabilidad de la institución proveerlos sin más dilación.
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