Artículo de opinión de Javier Torrellas: Las medallas de la vergüenza

La principal divisa del Guardia Civil es el honor, una vez perdido no se recupera jamás. Eso dice el principal artículo del ideario desde su fundación un 28 de marzo de1844. Y así sigue en general entre los miles de hombres y mujeres que componen este prestigioso y honorable cuerpo policial, una de las instituciones más valoradas por los españoles y fuera de nuestras fronteras especialmente entre las policías de más de medio mundo. Garbanzos negros pues como en todas las casas si no que se lo pregunten especialmente entre los partidos políticos de España, cierto que unos más que otros a la vista de las noticias habituales que salpican las noticias periodísticas; no hay mañana que salten verdaderas vergüenzas nacionales. Entre ministros y ministras, asesores, fiscales, y toda pléyade de estómagos agradecidos que palmean y jalean las heroicidades de toda esa banda de amigos al estilo de los juegos reunidos. Claro, esto tiene que tener una recompensa y en el ámbito de la Guardia Civil es de tradición recompensar hechos relevantes en diferentes aspectos del servicio, como la excelencia profesional, la labor de apoyo a la ciudadanía, la promoción de la seguridad y la protección de las víctimas, y por supuesto deberían ser prioritarios los guardias civiles que en el día a día se juegan la vida por un sueldo sin equiparar salarialmente y sin ser reconocidos como profesión de riesgo. Pero he aquí que por arte de magia, quienes apoyan a cambio de favores o de la promesa de favores, enchufismo político y sumisión a la obediencia ciega de partido, o quién sabe por qué, de repente a ciertos personajes se les coloca en pleno pecho con un gran boato y celebración palaciega unas medallas de reconocimiento a no se sabe muy bien porqué según a entender de los que nos consideramos seres normales y corrientes, mortales a todos los efectos. Como muestra un botón, negro por cierto, ahí tenemos a la ex directora de la Guardia Civil esa mujer que llegó haciendo creer en un cambio positivo en ciertas cuestiones de funcionamiento interno: conciliación de la vida laboral y personal, implantación de turnos como el resto de policías, mejora medios materiales y humanos así como meter un poco en cintura a esa gran y desproporcionada masa de cúpula de la dirección general de la Guardia Civil que tampoco están a la altura de lo que piden las bases que son quienes sustentan el día a día la seguridad en las carreteras, en los caminos, en el mar, en las montañas, en la investigación… Pero no, callan y otorgan complacientemente a instancias políticas unas medallas que, para la inmensa mayoría de guardias civiles, hombres y mujeres, sienten con indignación como se les menosprecia y mantienen en el olvido las reivindicaciones justas como profesionales de la seguridad pública. Mucho me temo que esto seguirá así a la vista de los últimos acontecimientos de los escándalos políticos que además intentan salpicar el honor de muchos guardias civiles como son los ataques a la UCO a lo que la actual directora de la Guardia Civil, socialista, y su guardia pretoriana de generales otorga la callada como respuesta. Y esto no son meras afirmaciones, recientemente la mitad de los condecorados con la Cruz de Plata en la Guardia Civil por «su participación» tras la tragedia de la DANA, ha sido personal que en muchos de los casos no estuvieron ni en primera línea ni pisaron el barro. Y con la Cruz con distintivo blanco el escándalo es mayor, 71 oficiales y suboficiales condecorados frente a 109 Cabos y Guardias. Del ministro Marlaska ya si eso para otro día. Van en camino más medallas, pero seguirán siendo medallas de la vergüenza.

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