La Asociación Unificada de Guardias Civiles (AUGC) de Ceuta ha denunciado nuevamente la grave situación que se vive en el espigón del Tarajal y Benzú, donde en los últimos días se ha intensificado el fenómeno de los llamados «nadadores», muchos de ellos menores, que intentan acceder a nado a la ciudad autónoma. Los agentes, sin medios adecuados, arriesgan diariamente sus vidas en condiciones extremas, mientras la clase política se limita a ofrecer felicitaciones públicas sin acompañarlas de soluciones reales. Durante las últimas noches, se ha registrado la llegada de decenas de personas a nado, destacando la entrada masiva de 54 menores no acompañados solo en una noche. En lo que va de año, al menos 16 personas han perdido la vida en las aguas próximas a los espigones, trágico balance que evidencia la dimensión del drama humanitario. Desde AUGC Ceuta se advierte que los agentes están completamente desbordados, trabajando en jornadas maratonianas bajo un estrés físico y emocional extremo, y sin el reconocimiento institucional de su labor como profesión de riesgo. Este vacío impide que los guardias civiles cuenten con la protección, condiciones y compensaciones que su trabajo exige. La AUGC exige que se deje de lado la retórica y se actúe con urgencia. Las medidas solicitadas una vez más, incluyen: Refuerzo inmediato de medios humanos y materiales, con al menos 200 agentes adicionales, así como más efectivos del Servicio Marítimo y de los Grupos Especiales de Actividades Subacuáticas (GEAS). Ampliación de los espigones del Tarajal y Benzú, considerados por la AUGC como «espigones de la muerte», para lograr un efecto disuasorio real. Reconocimiento oficial de los guardias civiles como trabajadores en situación de riesgo, una jubilación digna y la plena equiparación salarial. Declaración de Zona de Especial Singularidad, para facilitar recursos extraordinarios frente a la presión migratoria, el tráfico de personas y de estupefacientes. Colaboración continua y real con las autoridades marroquíes para frenar el fenómeno desde su origen. Las felicitaciones públicas no salvan vidas. Necesitamos hechos y acciones, no palabras. Cada verano volvemos a vivir las mismas escenas, y cada año pagamos con vidas humanas el abandono institucional».
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