Los hechos ocurrieron en la localidad de Alto de la Mesa (Huelva), cuando un agente procedía a identificar a un individuo. Este se negó de forma violenta y, acto seguido, varios familiares del implicado arremetieron contra el guardia civil, provocando una violenta reyerta que terminó con el agente gravemente herido. El guardia civil tuvo que ser atendido en el Hospital de Riotinto debido a las lesiones sufridas durante la agresión. Desde AUGC deseamos su pronta y completa recuperación. Nuestros servicios jurídicos están a su disposición para brindarle todo el apoyo que necesite. Esta nueva agresión no es un hecho aislado, sino el reflejo de una escalada preocupante de violencia contra los guardias civiles. Una realidad que el ministro Marlaska sigue empeñado en negar, sin reconocer el riesgo diario al que se enfrentan nuestros compañeros en cada intervención. Resulta indignante que, pese a estas constantes agresiones, Interior se niegue a reconocer a los guardias civiles como grupo de riesgo, con las consecuencias que eso conlleva en términos de protección y derechos. A esta dejación de funciones por parte del Gobierno se suma la indignación que ha generado entre los guardias civiles la reciente postura del PSOE en el Parlamento Europeo, donde votó en contra de una declaración para reconocer la profesión policial y, por extensión, la de los guardias civiles como profesión de riesgo. Una decisión que se justificó con argumentos ofensivos y totalmente alejados de la realidad, como que «los policías solo sufren agresiones de vez en cuando». Desde AUGC rechazamos con firmeza estas palabras y exigimos una rectificación inmediata. Las agresiones a guardias civiles no son hechos puntuales: son una constante que no puede seguir siendo ignorada. Basta de negaciones, basta de minimizar el peligro. Exigimos que se reconozca de una vez el riesgo real y diario al que están sometidos los guardias civiles en cada servicio. No podemos seguir permitiendo que se ignore la realidad de quienes garantizan la seguridad en nuestros pueblos y ciudades. El riesgo es diario. La violencia, real. Y la indiferencia institucional, inaceptable.
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