En esta ocasión ha sido el Juzgado Central de lo Contencioso Administrativo el que ha puesto en su sitio al Ministerio del Interior y a la Dirección General de la Guardia Civil y ha reconocido el derecho de una compañera destinada en Lanzarote, a que le sea concedida la Cruz de la Orden del Mérito de la Guardia Civil con distintivo rojo, incluyendo en su sentencia el siguiente apartado: «Vaya por delante, el reconocimiento de la actuación impecable y digna de admiración, de la recurrente, en el ejercicio de sus funciones, más allá, si cabe, de lo exigido.» Por las actuaciones realizadas por la compañera, el Ministro del Interior, Don Fernando Grande-Marlaska le otorgó la citada Cruz, pero con distintivo blanco. Considerando que no era la condecoración que merecía, con el asesoramiento jurídico de la letrada Ana Tacoronte de AUGC en Las Palmas, se presentó recurso contencioso administrativo que ahora ha sido admitido y se concede a la interesada lo solicitado. En este caso, la mala fe de la administración no ha tenido límites, hasta el punto de alegar hechos que no se correspondían con la realidad. La abogacía del estado para reconocer que se había concedido la condecoración adecuada, alegaba que no había existido riesgo para la compañera y su vida, que la temperatura del agua era de 22º (de lo cual se sorprende el propio juzgado), llegando incluso a afirma la Administración, que cuando llegaron los bomberos, siguió colaborando en el rescate, pero ello fue negado por el testigo, por el estado de agotamiento en el que la actora se encontraba. Tras la práctica de prueba oportuna y el estudio del expediente, los hechos ocurrieron de la siguiente manera. Sobre las 00:30 horas del día 24 de marzo de 2023, sobre las 00:30 horas, una turista inglesa en estado de embriaguez se tiró al agua, en la playa de Las Cucharas, en el término municipal de Teguise, de la isla de Lanzarote. La compañera, sin ropa adecuada para entrar en el agua (que no estaba a 22º tal y como reconoce el testigo) se lanzó al agua intentando auxiliar a la turista inglesa. Dada la escasa visibilidad y el tiempo (existía alerta de temporal decretada para esa zona), y con un mar donde se alcanzaron olas de hasta 3 metros, se tardaron 85 minutos aproximadamente en localizar y rescatar a ambas personas, que se encontraban ya a unos 300-400 metros más allá del espigón y en mar abierto. Al rescatarlas, ambas estaban agotadas y con signos de hipotermia, dicha actuación, pudo fácilmente costarle la vida. Como resumen de los hechos, la sentencia recoge lo siguiente: «La actora, sin tener la preparación suficiente, un día de temporal, con fuerte oleaje y escasa visibilidad, se lanzó al agua, sin ropa apropiada y con tan sólo una tabla de surf, que carecía de agarre y de quilla, para socorrer a una mujer corpulenta, que en estado de embriaguez, se había lanzado al agua, para acabar con su vida, y que por lo tanto ofrecía resistencia a ser rescatada. El rescate, además de las dificultades descritas, se prolongó para la demandante casi dos horas, durante las cuales, tuvo que lidiar, con la propia víctima que se resistía y con unas condiciones meteorológicas muy adversas, como ya se han descrito. El propio testigo, que ningún interés tiene en la causa, afirmó que dicha intervención, pudo fácilmente costarle la vida a la agente de la Guardia Civil.» Por desgracia, una vez más han de ser los tribunales quienes recuerden que las medallas están también para los guardias civiles. Nos sorprende la facilidad con la que se regalan medallas en la Guardia Civil, ya sea a los políticos de turno como a los gerifaltes del cuerpo, y lo complicado que es reconocer el gran valor y riesgo para su vida de quienes se la juegan a diario, protegiendo la seguridad de todos los residentes en España.
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