AUGC denuncia el abandono institucional: promesas incumplidas que desmotivan a los agentes de Tráfico

La Agrupación de Tráfico de la Guardia Civil vuelve a ser víctima del desprecio institucional. Más de tres años después de que se anunciara a bombo y platillo la mejora del componente singular de productividad (O3), los agentes siguen esperando una subida que nunca llega. Una promesa rota más. Un gesto que, aunque económico en apariencia, tiene un calado profundamente moral: es el símbolo de la desatención, la falta de palabra y el ninguneo constante a quienes cada día se juegan la vida en carretera. Desde AUGC denunciamos que no solo no se ha aplicado esta subida comprometida, sino que encima se multiplican los rumores de que finalmente no se va a ejecutar. La desmotivación entre los compañeros es absoluta, y no es para menos: a día de hoy ni siquiera se ha recuperado el poder adquisitivo perdido con el recorte del 5% en 2010. Doce años después, y con un coste de la vida disparado, los guardias civiles seguimos cobrando menos que entonces. Pero el abandono no acaba ahí. Seguimos sin que se nos reconozca la profesión de riesgo, una reivindicación histórica y de justicia que ya disfrutan otros cuerpos policiales. Seguimos sin una jubilación digna que no implique perder poder adquisitivo tras décadas al servicio del Estado en condiciones durísimas, y seguimos cargando con la falta de medios, personal y recursos, mientras se nos exige una dedicación total. ¿Hasta cuándo se va a ignorar a la especialidad más expuesta, más visible y más sacrificada de la Guardia Civil? ¿Qué más tiene que pasar para que se nos respete, se nos escuche y se nos valore con hechos, no con palabras vacías? Desde AUGC exigimos una respuesta oficial e inmediata por parte de la Jefatura de la Agrupación sobre el futuro de la O3. No vamos a tolerar más ambigüedades, ni evasivas, ni silencios cómplices. Queremos saber si se va a aplicar el incremento o si, una vez más, se nos vuelve a mentir. Nuestros agentes no merecen vivir atrapados entre la incertidumbre y la frustración. Merecen respeto. Y ese respeto empieza por cumplir lo prometido. No se trata solo de dinero, se trata de dignidad.

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