Hay personas que no necesitan levantar la voz para hacerse oír, porque su historia, su compromiso y su forma de estar en el mundo ya hablan por ellas. Personas que, sin buscar protagonismo, se convierten en referentes. Hoy quiero hablaros, y presentaros con el corazón en la mano, a una de esas personas imprescindibles. Su nombre es Alicia Sánchez, y para mí, más que una compañera, es una inspiración constante. Conocí a Alicia no solo en reuniones ni en comunicados, sino en las miradas de muchas compañeras que encontraban en ella una voz, una aliada, una especie de faro en medio de un mar de silencios. Porque Alicia ha estado ahí desde siempre. Porque lleva más de 30 años dentro de una institución como la Guardia Civil, donde ser mujer, y además ser valiente, no siempre ha sido fácil. Y sin embargo, ella no se ha rendido nunca. Hablar de igualdad en abstracto puede sonar bien, pero Alicia lo ha hecho real: comprándose su propio chaleco antibalas porque no los había adaptados para mujeres, alzando la voz cuando nadie lo hacía, siendo la primera en exigir lo que era justo aunque doliera, aunque incomodara. Y todo eso lo ha hecho sin perder la serenidad, la ternura, la capacidad de escucha. Ha trabajado dentro de la AUGC con un rigor admirable, pero sobre todo con una humanidad que desarma. Lo que más me emociona de ella no son solo sus logros, que los tiene y muchos, sino su capacidad de sostener, de acompañar, de hacer equipo. Alicia no compite, coopera. No impone, propone. No se luce, se implica. Y ahí está su grandeza. Hoy os invito a conocerla un poco más a través de esta entrevista. Una conversación sencilla, directa, donde hablamos de su trayectoria, de sus luchas, de lo que aún queda por hacer. Porque la lucha de las mujeres no es una conquista en solitario, sino codo a codo. Y pocas personas lo han entendido tan bien como Alicia. «Nacer mujer y ser reivindicativa es un sobreesfuerzo, nacer mujer y ser reivindicativa en la Guardia Civil, además de ser un sobreesfuerzo, es un deporte de riesgo.» P. Alicia, ¿cómo recuerdas tus primeros años en la Guardia Civil y en qué momento supiste que la lucha por las mujeres era también tu lucha? Mis primeros años los recuerdo con cariño y decepción a la vez, ingresé en la Guardia Civil con 19 años, era muy joven pero sabía muy bien lo que quería, fue una promoción muy grande y en mis dos primeros destinos hicimos grupo y salíamos de fiesta siempre que podíamos, con 20 años y una nómina en un destino con playa, ¿qué más se podía pedir? Tuve que sacar mi carácter nada más llegar a mi primer destino, Vilassar de Mar en Barcelona, el Comandante de Puesto me puso a limpiar el polvo de las estanterías de los BOGCs en uno de mis primeros servicios cuando a nadie se lo había ordenado antes. En ese momento sentí el primer latigazo. En mi segundo destino, el aeropuerto de Palma de Mallorca, un hombre que podría ser mi abuelo, al pasar por el arco de seguridad, me cogió la mano y me dio un puñado de caramelos, cerrándomela rápido para que los demás compañeros no los vieran, te tienes que reir por no montar un pollo. Desde el principio sufrí en muchas ocasiones un trato paternalista, tanto por parte de la ciudadanía como de los compañeros, te sobreprotegían, no te respetaban como guardia civil., porque no te creían capaz de hacer el trabajo, algo que a ellos nunca se les cuestionó. Desde el principio tuve que empezar a ser descarada y dar contestaciones que no les gustaba escuchar porque era el único idioma que entendían, no tenía referentes femeninos y era muy difícil «educar» a un grupo de 80 hombres que jamás trabajaron con mujeres. P. Has sido pionera en muchas reivindicaciones: desde el uso de chalecos antibalas adaptados a la visibilidad de las mujeres en la institución. ¿Cuál ha sido el momento más difícil en esa lucha? Cada vez que me venía a la cabeza que podía ingresar en prisión por defender mis derechos, eso me quitó el sueño muchas noches. Estuve dos años y medio de baja médica, quería avanzar pero me costaba muchísimo. He criado a mi hijo y a mi hija yo sola, y si yo no iba a estar…¿quién estaría a su lado? P. ¿Y el más gratificante? Ese instante en el que sentiste que todo el esfuerzo valía la pena. Cuando me llamó por teléfono Mariano Casado, el abogado que me defendió, y me dijo que la causa en el Togado Militar se había archivado, me encontraba con mi pareja y amigos tomando algo, me puse a llorar y no era capaz de articular palabra, todos pensaron que Mariano me había dicho algo malo, solo podía hacer gestos diciendo que no, que no era eso, y entre llanto y llanto pude decir que lo habían archivado. Pero les hice pasar a todos un mal rato, pensaro que iba a prisión. Después vino el trabajo de la mano de AUGC llevándome a reuniones con diferentes grupos parlamentarios para trasladarles la falta de chalecos femeninos, que también tuvo resultados, y gracias a ese trabajo, las mujeres en la Guardia Civil hoy tenemos nuestro chaleco. P. A menudo hablamos de derechos, pero también hay mucho desgaste emocional. ¿Cómo has gestionado esa presión durante estos años, tanto a nivel personal como profesional? Uy! Las canas que tengo vienen de esto! Tal vez mi forma de ser ayude, tengo un carácter fuerte que se confunde a veces con la mala leche, nada más lejos de la realidad. Hubo un tiempo cuando mis hijos eran pequeños, que aunque yo quería formar parte de AUGC, mis obligaciones como madre soltera no me lo permitían, me faltaba tiempo hasta para mí. Pero desde 2014 que me hice cargo de la Secretaría de la Mujer en Salamanca, no he parado de trabajar para defender lo que considero justo y mi prioridad es arropar a las víctimas de acoso. Sé, que haber criado sola a mis hijos y otras circunstancias que me tocaron vivir en el entorno familiar y profesional me han ayudado mucho a saber gestionar y darle la importancia que quiero a cada cosa. P. Hace poco fuiste homenajeada como una de las mujeres referentes de la memoria democrática de este país. ¿Qué significa para ti ese reconocimiento? Es mi primer y único reconocimiento. Estoy muy orgullosa por recibir ese premio junto a otras cinco mujeres que también lucharon por los derechos que se les estaban negando, tuve el honor de compartir con ellas unos momentos maravillosos y conocer de primera mano a las protagonistas anónimas de historias conocidas por todos y a las que nunca se les reconoció su sacrificio. Es una paradoja que te castiguen y que te premien por hacer lo mismo. La Guardia Civil me castigó dos veces, la primera llevándome a un Togado Militar y la segunda con un expediente sancionador, después un medio de comunicación, Público.es me premió por lo que hice y hago, ¿perspectivas diferentes? A mí me da para pensar. P. La Secretaría que lideras pasó a denominarse «de la Mujer e Igualdad». ¿Qué significa para ti haber añadido ese apellido, «Igualdad»? ¿Qué refleja ese cambio en el contexto actual? La Secretaría de la Mujer se creó en nuestra Organización ante la necesidad de trabajar en una problemática que solo afectaban a las mujeres en la Guardia Civil. Recordamos que hemos sido un 2%, un 6% y ahora las mujeres ocupamos un 10,45% en la Guardia Civil. Recordemos también que los permisos por nacimiento y lactancia eran solo para las madres hasta 2019 que se igualaron para ambos progenitores, además sabemos que las víctimas de acoso sexual eran y son mujeres, que las bajas por menstruación dolorosa solo afectan a mujeres, que la pérdida retributiva en caso de baja por embarazo es castigar la maternidad. Hemos trabajado para decirles que nos estaban dejando atrás y cualquier despiste nos lleva al retroceso, borraron el término «mujer embarazada» de las normas, algo que han vuelto a incluir después de meses desde que pusimos el grito en el cielo por ello, no pueden borrarnos sin más, no hay justificación para ello. Y siempre todo está relacionado con nosotras, las mujeres. Porque a ellos estas cosas no les pasan y no las tenían ni tienen en cuenta, por eso tenemos que recordarles que estamos aquí. La Guardia Civil ha cambiado, la sociedad también, y es necesario adaptarse a los nuevos tiempos. Ahora tenemos otro tipo de necesidades y dudas que debemos resolver a hombres y mujeres, por lo que añadir el término Igualdad a la Secretaría de Mujer es ampliar nuestro campo de trabajo, sin perder de vista que aún no hemos llegado a una igualdad real por lo que los problemas que tienen las mujeres en la Guardia Civil, siguen estando muy presentes y siguen siendo solo de las mujeres, no han desaparecido, por lo que merece especial atención. P. Pese a lo que algunos puedan pensar, la lucha por la visibilidad de la mujer en la Guardia Civil no está cerrada ni mucho menos superada. ¿Qué les dirías a quienes consideran que ya no es necesario seguir reivindicando espacios para nosotras? Llevamos unos años donde no vemos más que mensajes negativos y bulos en respuestas a las publicaciones en las que se ve a mujeres guardias civiles en una actuación o en las que se habla de ellas. Siguen afirmando que existen cupos para mujeres acuciando el odio hacia nosotras, como si fuera culpa nuestra. Tenemos que aclarar siempre que no existen cupos, que los únicos cupos que hay son para los hijos del cuerpo cuando acceden a Valdemoro y para quienes se presentan después de cinco años en FAS, que se les reserva el 40% de las plazas, pero a esto no se opone nadie, ni insultan como lo hacen con nosotras. Hasta 2022 no hubo una sala de lactancia en Guzmán el Bueno, propuesta que hicimos al Consejo al tener conocimiento del lugar dónde tenían que alimentar a su bebé las guardias civiles, parece ser que o no hubo madres desde que salieron las primeras de la academia hace más de 30 años o tal vez desistieron dar de mamar al no tener un lugar donde hacerlo. Seguimos sin vestuarios o baños en muchos cuarteles. Ahora, en alguna Comandancia han vuelto a hacer baños mixtos donde antes había uno para hombres y otro para mujeres, son todos para todos y todas. No estamos preparadas para ver a hombres saliendo del baño mientras se cierran los pantalones y nosotras estamos lavándonos las manos, o entrar y ver que algunos siguen sin cerrar la puerta mientras hacen uso del váter. Para mí es un paso atrás, se desagregaron los baños por sexo por razones de peso y ahora volvemos a los inicios. P. ¿Dónde crees que están ahora mismo los principales obstáculos para alcanzar una igualdad real dentro de la Guardia Civil? Las mujeres somos el 51% de la población, los hombres el 49%, pero en la Guardia Civil somos el 10,45%. Durante años y aunque nos neguemos a reconocerlo se ha dado una educación diferente a hombres y mujeres, aunque no en todos los colegios y tampoco en todas las familias, nos hacían pensar que la mujer debía dedicarse a los cuidados o a trabajos como la enseñanza y otros identificados con los roles femeninos y los hombres podían ser lo que quisieran. Sabemos que la mujer no ingresó en la Guardia Civil hasta 144 años después de su creación, por lo tanto durante todos esos años solamente ingresaron hombres, tenemos conocimiento que las plazas de ingreso para nosotras estaban restringidas, esto se hizo público en uno de los cuadernos de la Guardia Civil donde hablaba del número limitado de camas para nosotras. Por lo que con estos palos en las ruedas, ha sido complicado llegar a un mayor número de mujeres. Ahora, con las charlas que se imparten en los centros de enseñanza, Universidades… y la visibilidad que se está dando del trabajo que realizamos las mujeres en la Guardia Civil estamos viendo un incremento en el número de mujeres que se presentan y aprueban, que superan el 30% en estos últimos años. P. Conciliación, acoso, vestuarios, equipación, visibilidad LGTBI… Son muchas las batallas abiertas. ¿Cuál consideras ahora mismo la más urgente? El acoso sin lugar a dudas y me centro en el acoso sexual. Todas son importantes pero la que más daño hace a quien lo sufre es el acoso sexual, porque destruye a la mujer de la peor manera posible. Llevamos mucho tiempo pidiendo cambios en los protocolos, desde la primera vez que estuvo Mercedes González pero seguimos a la espera. Debemos evaluar cómo han funcionado o no los protocolos que tenemos, hay que analizar datos objetivos y conocer los casos contando con las opiniones de las víctimas. Nuestra mayor preocupación ahora mismo es el acompañamiento de la víctima en las entrevistas, exigimos que sea por la persona que ella elija y no tenga que ser a la fuerza un guardia civil como contempla la DGGC. Son momentos muy delicados donde la víctima es totalmente vulnerable y no es grato hablar de cosas escabrosas o íntimas delante del instructor y el secretario sin una persona de tu confianza, sea quien sea. P. ¿Cómo crees es la relación entre mujeres dentro del cuerpo? ¿Ha crecido el sentimiento de apoyo y red, o seguimos luchando también contra el aislamiento? Hay de todo, el feminismo ha hecho mucho bien a las mujeres, es necesario crear redes entre nosotras, ese dicho de «la peor enemiga de una mujer es otra mujer» hay que desterrarlo de manera urgente, esa frase es de algunos señoros que pensaron que divididas nos manejaban mejor y se han dedicado toda la vida a compararnos entre nosotras para que nos miráramos con recelo. La unión entre mujeres hace que seamos más fuertes, nos sintamos mejor, se trabaja mejor en equipo y en un ambiente totalmente sano. Debemos dejar los complejos a un lado y felicitarnos cuando hacemos algo bien. Aun así debemos trabajar en nosotras mismas para evitar ese aislamiento en el que en ocasiones nos encontramos sin querer. P. ¿Qué les dirías a las nuevas guardias civiles que hoy están empezando su carrera, y que te miran como referente sin que tú lo hayas buscado? El trabajo que han elegido es muy bonito, tienen para elegir muchas opciones en especialidades y destinos, les diría un tópico «que luchen por lo que quieren, que nadie les puede decir que no pueden». Que sean justas con ellas mismas y que al igual que protegen a la ciudadanía, protejan y defiendan a sus compañeros/as. Que no se achiquen ni se callen ante comentarios despectivos o injusticias y que no tienen que demostrar más que nadie. P. ¿Y qué le dirías a esa Alicia de 1993 que entraba en el cuerpo con ilusión y sin saber que acabaría siendo bandera de una causa colectiva? Sinceramente, no me diría nada, me gusto con mis defectos y virtudes, me gusta donde he llegado y estoy satisfecha con lo que he conseguido. Estoy orgullosa de mí misma y de todas las personas que me rodean. P. ¿Qué papel juega AUGC en este camino? ¿Te has sentido arropada dentro de la organización? Siempre me he sentido arropada y apoyada, en mis inicios por mis compañeros y compañeras de la Delegación de Salamanca, después por la Directiva Nacional y toda la Organización. En los peores momentos AUGC me aportó el balón de oxígeno que tanto necesitaba para seguir adelante. Tengo mucho que agradecer y la manera de hacerlo es trabajar al lado de quienes formamos esta gran familia. P. ¿Qué retos te marcas para los próximos años? ¿Dónde quieres vernos a todas, y a todos, dentro de cinco, dentro de diez? Me gustaría llegar a ver una Guardia civil moderna y adaptada a los tiempos en que vivimos, más transparente, más dialogante, donde no tenga cabida el acoso ni ese corporativismo rancio que lava a escondidas los trapos sucios. P. Para terminar, ¿nos compartes un deseo? No un plan, ni una estrategia, sino un sueño personal que te gustaría ver cumplido en la Guardia Civil. Una sola palabra «SINDICATO».
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